Hay sabores que se degustan, pero hay otros que se sienten, se recuerdan y se viven. Son esas cucharadas que, apenas tocan el paladar, abren las puertas de la memoria y nos llevan a la cocina de la abuela, a las sobremesas eternas en familia o a los domingos en casa, esos días entre hermanos con el calor de hogar que se lleva en el cuerpo toda la vida. En esa línea de evocaciones y anhelos culinarios, Ricardo Muñoz Zurita nos presenta un menú que es no es una degustación, es un viaje sensorial entre caldos, sopas y potajes. ¿El abordaje? Cantina Palacio.

Un festín de emociones y tradición
En esta ocasión, la Cantina Palacio nos ofrece algo más que una degustación, nos trae a la mesa una gran experiencias. En el mundo de Muñoz Zurita, cada preparación es una narrativa que entrelaza ingredientes, historias y emociones. La temporada —disponible durante febrero, marzo y abril— nos invita a sumergirnos en la calidez de cinco sopas que celebran la diversidad y la riqueza de nuestro México, tan lindo y querido, como dice la canción.
Caldo ranchero: esencia del centro de México
En un guiño a las cocinas caseras del centro del país, el caldo ranchero se presenta como primer tiempo, con ese aroma que nos recuerda las cocinas del campo. Hecho con jitomate, chiles secos, vegetales, epazote y carne, es un platillo que nos reconforta desde la primera cucharada. Cada sorbo es campo, es hogar, son recuerdos. Es México en su estado más puro.

Desde Yucatán: la sopa de lima
Contrario a lo que dictaría la lógica de un clima cálido, la sopa de lima se consume a cualquier hora en Yucatán, como si el calor del plato pudiera competir y ganarle al sol de la península. Con pollo desmenuzado, tiras crujientes de tortilla y, por supuesto, el toque refrescante de la lima recién exprimida, esta sopa es una fiesta de contrastes. Es un recordatorio de la gran variedad cítrica que bendice al estado. Ahora, este festival nos trae a la mesa, la esencia de las cocinas, y esa peculiaridad de los sabores que refrescan y alimentan nuestra memoria.

Un clásico capitalino: crema de cilantro que acaricia
La crema de cilantro tiene algo de ritual familiar en la Ciudad de México. Ese primer plato que anuncia una comida larga y compartida, que prepara el estómago y el ánimo para lo que viene. La versión de Muñoz Zurita es pura sedosidad; los croutones crujientes coronan su superficie, mientras un hilo de aceite de oliva y hojas frescas de cilantro le añaden frescura y un toque visual que nos enamora a primera vista.

Recuerdo tabasqueño, potaje de lentejas con el sabor de hogar
En Tabasco, el potaje de lentejas es más que un platillo, es un refugio de infancia. Cocidas a fuego lento con hierbas frescas, vegetales y chiles secos, las lentejas guardan la calidez de las abuelas y la paciencia de los cocineros que entienden que los mejores sabores requieren tiempo. Para el chef Muñoz Zurita, este platillo es un regreso a casa, a esos días en los que la cocina se llenaba de aromas que lo envolvían de pies a cabeza. Ahora, en Polanco, el sabor de este plato es un puente directo a esas memorias del hogar.

El corazón en un tazón
Entre la variedad de este menú, hay un plato que merece mención aparte, la sopa de tamal de elote. Dulce y salada a la vez, para quienes gustan de estos sabores, puede resultar como un apapacho líquido. Su textura suave te atrapa al primer sorbo; su aroma a granos de maíz recién extraídos de la mazorca nos recuerda nuestra identidad.
Más que comida, un recuerdo vivo
Caldos, sopas y potajes no es solo un festival gastronómico; es una invitación a conectar con lo esencial. En cada tazón, Muñoz Zurita no solo cocina, narra, homenajea y nos recuerda que, a veces, lo más extraordinario está en lo más sencillo. No dejes que te lo cuenten. La cita es en La Cantina Palacio.
¿Te animas a ese primer sorbo que, quizás, te lleve de vuelta a casa?